¿Por qué existen perros con una aparente habilidad innata para lograr objetivos por si mismos y sobreponerse a las dificultades, mientras otros parecen ser incapaces de motivarse incluso por su propia comida?
¿Por qué algunos perros no soportan mantenerse quietos ni por un momento, y reaccionan agresivamente ante una ligera frustración como quitarles la comida o un juguete?
La respuesta a esas preguntas casi siempre tiene que ver con la gestión de los niveles de estrés del perro. Te invito a que sigas leyendo y descubras una de las teorías más extendidas sobre cómo lograr que tu perro consiga un mayor rendimiento ante situaciones estresantes…
La ley de Yerkes y Dodson.
En primer lugar conviene recordar lo que realmente es el estrés. Como dijimos en
otro artículo, el estrés (del inglés stress, que significa tensión) es todo aquello que incita al perro a moverse tanto para alejarse de lo que no le gusta (distrés) como para acercarse hacia lo que le interesa conseguir (eustrés). Como puedes ver, el estrés en sí mismo no es nocivo.
Lo realmente malo para el perro será afrontar niveles de estrés excesivos o insuficientes (como le sucede a un perro inseguro por que le quiten un objeto, o a un perro sin apetito por tener siempre la comida disponible).
LA “U” INVERTIDA DE YERKES Y DODSON
Según esta teoría, el nivel de estrés guarda una estrecha relación con el rendimiento de nuestro perro a la hora de memorizar, aprender y solucionar problemas. Pero en contra de lo que podría pensarse, esta relación no es lineal. Es decir: no por estar más motivados para querer conseguir o evitar algo, nuestros perros serán más resolutivos.
En esta gráfica puedes ver cómo esa relación mantiene una curiosa forma de U invertida con las patas ligeramente separadas. La alegría, satisfacción y resolución óptima de los problemas se encuentran en la cúspide de la figura. En el extremo de la pata con bajo nivel de estrés aparecen la apatía y el aburrimiento, mientras que en la otra se encuentran la angustia y la frustración. Por eso,cuanto mayor sea la apatía o la angustia que experimenten los perros (ya sea durante su educación o adíestramiento), peor será su rendimiento.

El doctor Robert Yerkes, quien en su etapa como profesor de psicobiología en Yale, desarrolló esta teoría junto a John Dodson.
La depresión y la ansiedad podrían considerarse procesos crónicos de niveles excesivamente altos o bajos de estrés incluso en situaciones similares:
- Depresión ante la ausencia de un miembro del grupo (fallecimiento)= Nivel de Estrés radicalmente bajo.
- Ansiedad ante la separación del grupo (de los propietarios al salir de casa)= Nivel de Estrés radicalmente alto por querer reencontrarse con ellos.
La cúspide de esta montaña representa el punto donde el nivel de estrés es el óptimo para aprender y responder más adecuadamente al desafío presentado. Si queremos que un perro afronte los retos con buena predisposición, ésta será la zona en la que debería encontrarse. Una vez pasado el punto más alto, el reto comenzará a superar la capacidad resolutiva del perro.
RESUMIENDO…
La ley de Yerkes y Dodson nos permite sacar algunas conclusiones:
- Si queremos que los perros aprendan es imprescindible exponerles a cierto grado de estrés. La cuestión no es reducir el estrés, sino enseñar a los perros cómo gestionarlo.
- Es necesario presentar desafíos con una dificultad ajustada a las capacidades de cada perro.
- Podemos aumentar el volumen de la campana ejercitando la resolución de problemas de los perros y aumentando su autocontrol frente a motivaciones como comida, juguetes, otros perros…etc.
- Si practicamos la gestión del estrés de los perros, conseguiremos además que “no se vengan abajo” con tanta facilidad y lograremos que se recuperen antes de niveles puntualmente altos de estrés.